terça-feira, 22 de maio de 2012

UM POEMA DE JORGE LUÍS BORGES EM TRADUÇÃO DE W.J.SOLHA


(W.J.Solha)



Outro poema dos dons

Graças quero dar ao divino
Labirinto dos efeitos e causas,
Pela diversidade das criaturas
Que formam este singular universo,
Pela razão, que não cessará de sonhar
Com um plano do labirinto,
Pelo rosto de Helena e perseverança de Ulisses,
Pelo amor que nos deixa ver os outros
Como os vê a divindade,
Pelo firme diamante e a água solta,
Pela Álgebra, palácio de precisos cristais,
Pelas místicas moedas de Ângelo Silêsio,
Por Schopenhauer,
Que talvez decifrou o universo,
Pelo fulgor do fogo,
Que nenhum ser humano pode olhar sem assombro antigo,
Pela acaju, cedro e sândalo
Pelo pão e sal,
Pelo mistério da rosa
Que prodigaliza cor e não a vê,
Por certas vésperas e dias de 1995,
Pelos rijos tropeiros que na planície
arreiam os animais e a alvorada,
Pela manhã em Montevidéu,
Pela arte da amizade,
Pelo último dia de Sócrates,
Pelas palavras que num crepúsculo se disseram
De uma cruz a outra,
Por aquele sonho do Islã que abarcou
Mil noites e uma noite,
Por aquele outro sonho do inferno,
Da torre do fogo que purifica
E das esferas gloriosas,
Por Schwedenborg,
que conversava com os anjos nas ruas de Londres,
Pelos rios secretos e imemoriais
que convergem em mim,
Pelo idioma que, há séculos, falei em Nortúmbria,
Pela espada e pela harpa dos saxões,
Pelo mar, que é um deserto resplendecente
E uma cifra de coisas que não sabemos,
E um epitáfio dos vikings,
Pela música verbal da Inglaterra,
Pela música verbal da Alemanha,
Pelo ouro, que relumbra nos versos,
Pelo épico inverno,
Pelo nome de um livro que não li:
Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como os pássaros,
Pelo prisma de cristal e o peso do bronze,
Pelas listras do tigre,
Pelas altas torres de San Francisco e da ilha de Manhattan,
Pela manhã no Texas,
Por aquele sevilhano que redigiu a Epístola Moral
e cujo nome, como ele teria preferido, ignoramos,
Por Sêneca e Lucano, de Córdoba,
Que antes do espanhol escreveram
Toda a literatura espanhola.
Pelo geométrico e bizarro xadrez,
Pela tartaruga de Zenão e o mapa de Royce,
Pelo olor medicinal dos eucaliptos,
Pela linguagem, que pode simular a sabedoria,
Pelo esquecimento, que anula ou modifica o passado,
Pelo costume,
Que nos repete e nos confirma como um espelho,
Pela manhã que nos dá ilusão de um princípio,
Pela noite, sua treva e astronomia,
Pelo valor e felicidade dos outros,
Pela pátria, sentida nos jasmins
Ou numa velha espada,
Por Whitman e Francisco de Assis, que já escreveram o poema,
Pelo fato de que o poema é inesgotável
E se confunde com a soma das criaturas
E não chegará jamais ao último verso
E varia segundo os homens,
Por Frances Haslam, que pediu perdão aos filhos
Por morrrer tão devagar,
Pelos minutos que precedem o sonho,
Pelo sonho e pela morte,
Esses dois tesouros ocultos,
Pelos íntimos dons que não enumero,
Pela, misteriosa forma do tempo.
(Tradução de W.J.Solha)


Otro poema de los dones

Gracias quiero dar al divino
Laberinto de los efectos y de las causas.
Por la diversidad de las criaturas
Que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
Con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor que nos deja ver a los otros
Como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer,
Que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa
Que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura
Arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
De una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Schwedenborg,
Que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales
Que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbría,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikingos,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído:
Gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del
tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba,
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez,
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre,
Que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines
O en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte,
Esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.

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